Detectar averías graves en un coche rápidamente requiere prestar atención a signos visibles, sonidos inusuales, y el comportamiento del vehículo. Te facilitamos una lista práctica para hacerlo en minutos:
1. Revisión visual rápida
- Luces del tablero: Comprueba si alguna luz de advertencia (motor, batería, frenos, aceite, temperatura) está encendida. Es importante que no la ignores.
- Líquidos: Busca fugas debajo del coche de aceite, refrigerante o combustible bajo el vehículo. Estas fugas suelen ser indicativas de averías graves como problemas en el cárter, juntas o depósitos.
- Estado de los neumáticos: busca deformaciones, grietas o desgaste irregular que podrían afectar la seguridad y el rendimiento del coche.
2. Escucha atentamente
- Ruido del motor: Presta atención a ruidos como golpes, chasquidos o silbidos al encender el coche.
- Ruidos al conducir: Escucha si hay chirridos al frenar, zumbidos al girar o ruidos extraños al acelerar.
3. Comprobaciones en marcha
- Potencia del motor: Si sientes pérdida de potencia o tirones, puede ser un problema del sistema de inyección, encendido o transmisión.
- Dirección y suspensión: Si sientes ruidos metálicos al pasar por baches, es posible que tengas problemas con la suspensión. Un volante que se desvía también puede deberse a una alineación defectuosa o una rueda desequilibrada.
- Frenos: Además de ruidos, presta atención a si el pedal se hunde en exceso o no responde bien, lo que podría señalar fugas de líquido de frenos o desgaste en pastillas y discos.
4. Olores
- Quemado: Un olor a quemado puede ser un indicativo de problemas en el sistema de frenos, el embrague o el aceite.
- Combustible: Un olor fuerte a gasolina puede indicar una fuga.
5. Humos anómalos en el escape
- Azul: quema de aceite (problema del motor).
- Blanco: puede ser refrigerante (problema en la junta de culata).
- Negro: exceso de combustible (fallo en la mezcla aire-combustible).
Si identificas cualquiera de estos signos, acude a un mecánico de confianza lo antes posible.